Bautizarse es…

El bautismo es el primero de los sacramentos. A través de este sacramento entramos a formar parte de la Iglesia y nos sumergimos en la vida divina de Dios Padre, Hijo y Espíritu.

  • El bautismo nos incorpora a la familia de Dios, la Iglesia, el pueblo de sus hijos, disfrutando del gozo de tener a Dios por Padre.
  • El bautismo nos une a Jesucristo, nos hace hermanos suyos, participarnos de su muerte y resurrección, nos destina a vivir su vida en plenitud.
  • El bautismo nos da al Espíritu Santo, que es la luz que nos ilumina, la gracia que nos renueva, la fuerza que nos empuja a vivir el Evangelio y a amar a todas las personas.

Y, al mismo tiempo, nos ofrece:

  • Un sentido de la vida: Venimos de Dios, vamos a Dios.
  • Un modelo: Jesucristo camino, verdad y vida.
  • Unos valores: Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a nosotros mismos.
  • Una fuerza: La fuerza del Espíritu Santo.
  • Un proyecto: Que el mundo progrese conforme al plan amoroso de Dios.

EL NOMBRE

Hoy, muchas veces, ponemos el nombre de nuestros/as hijos/as sólo porque suena bien o porque está de moda. Como mucho les ponemos el nombre de un antepasado, familiar o amigo al cual admiramos o como señal de cariño hacia él.

Pero en la tradición judía (bíblica) el nombre es algo mucho más profundo: EXPRESA LA MISIÓN, LA VOCACIÓN, EL SIGNIFICADO DE LA VIDA DE UNA PERSONA.

Así, por ejemplo:        JESÚS = Dios salva. (Lc 1, 31)
JUAN = Dios es compasivo y misericordioso. (Lc 1, 13)
RUBÉN = Dios ha reparado mi afrenta. (Gn 29, 32)

Por eso decir el nombre era decir a la persona y por ello el pueblo judío no pronunciaba nunca el nombre de Dios: ¿Quién podría dominar, poseer a Dios?

Cuando en los primeros momentos del rito del Bautismo, el sacerdote pregunta a los padres por el nombre del niño o de la niña, no es que no lo conozca y quiera enterarse, sino que quiere haceros descubrir que a partir de ese momento, ese nombre irá unido indisolublemente a su misión como bautizado o bautizada, a su misión de cristiano o de cristiana.

AQUÍ TIENES dos posibles modelos de cuadernillo para trabajar con los pdres y/o padrinos:

Y AQUÍ TAMBIÉN UNA COLECCIÓN DE NOMBRES DE NIÑOS Y NIÑAS QUE A LO LARGO DE ESTOS ÚLTIMOS AÑOS HE BAUTIZADO. Presionando sobre cada uno se te mostrará, en la medida de lo posible, su origen y su significado cristiano:

 Te tengo entre mis brazos.
 Me conmueve ver tu frío,
 la desnudez de tu llanto
 como la lluvia en un río.
 
Me duele sentirte frágil,
 tan pequeño y desvalido.
 Suplicantemente huérfano
 a la vera del camino:
 
un misterio a la intemperie,
 abandonado y perdido.
 ¿Será verdad que yo tengo
 entre mis brazos un niño?

Y se me anegan los ojos
 casi del mismo rocío.
 La carne se colorea
 de un rubor reconocido.
 
Mi ser se estremece entero
 en sus cimientos más íntimos.
 La carne se torna rosa
 y orgullo recién nacido.
 
Miro mi sangre en tu sangre.
 Grita la fe del instinto,
 mientras te aprieto en el alma:
 ¡Hijo mío y Dios mío!
            
                            Un poema de Francisco Contreras Molina
Me gusta sentirme madre.
 Me gusta sentirte mío.
 Me gustas cuando me miras.
 Me gustas cuando te miro.
  
Lo que más de ti me gusta,
 lo que más de ti yo ansío.
 Lo que le pido a la vida,
 lo que a Dios yo le suplico.
  
Que no nos separe nada,
 ni la muerte ni el destino;
 que no se rompan los lazos
 de tu corazón y el mío.
  
Me gustas cuando te ríes
 y crea tu risa un río
 donde naufragan mis penas
 y rema tu poderío.
  
Me gustas cuando te caes
 entre mis brazos vencido.
 Me gusta ver tu silencio
 en mi regazo dormido.
  
Me gustas cuando me dices
 cosas que son sin sentido;
 senderos que son cadenas
 desde tu boca a mi oído.
  
Me gustas porque te tengo,
 y te abrazo y te bendigo.
 Porque vienes de Dios me gustas,
 y más me gustas por hijo.
  
«Me gustas porque me gustas»,
 le dice la flor al lirio.
 Repite el viento a la brisa,
 y la brisa a mis suspiros.
            
                            2° poema de Francisco Contreras Molina
Por la primavera en rama
 anda cifrado el amor:
 sangra en las verdes cortezas
 flecha aguda y corazón.
  
En el árbol de la cruz
 donde la vida está en flor,
 hay un corazón clavado
 muriéndose de dolor.
  
¿Por qué el corazón se duele,
 transido así de aflicción?
 ¿Quién en la mitad del pecho
 una flecha clavó a Dios?
  
¿Dónde está el arco y la aljaba,
 dónde vive el cazador,
 ése que te hirió con flecha
 en medio del corazón?
  
 ¿Por qué aquel Dios que era hombre
 a las ramas se subió?
 ¿Por qué hizo del árbol arpa,
 y fue trino y ruiseñor?
  
 Era balada doliente,
 hemorragia de un amor.
 ¿Tendrá ese amor quien le cure,
 quien remedie su dolor?
  
 Desde la cruz implorante
 sus manos me tiende Dios.
 ¿Por qué me abres tus dos brazos?
 ¿Por qué me abrazas, Señor?
            
                            3er poema de Francisco Contreras Molina